Independiente querido


Independiente querido
Por Eduardo “Tato” Pavlovsky
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Independiente esta por jugar un nuevo clásico con River Plate, hace un poco más de un año, con el mismo rival, Independiente se estaba condenando por primera vez en su historia a jugar en la fatídica e indeseable B Nacional, esos momentos era para todo hincha del rojo lo más complicado de su vida -Futbolisticamente hablando por lo menos-. Ninguno se imaginaria lo que vendría después... El siguiente es un relato del actor y dramaturgo Eduardo Pavlovsky, sobre ese partido con River Plate,y su recuerdo nostálgico y privilegioso de esos partidos con el mismo rival, pero con la particularidad de que los protagonistas eran los de la delantera de Erico y compañía y otros grandes equipos del rojo. Con el recuerdo de las copas ganadas, los goles, esos equipos gloriosos de camiseta roja, con el triste contraste con el Independiente de los últimos tiempos.
 Un pequeño texto, que si te dejas atrapar, te llena de emociones, sensaciones que solo un hincha del Rey de Copas puede tener, y por que no, de Nostalgia, aunque nunca vivimos eso momentos.
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«Difícil ser objetivos en nuestra amargura del descenso. Hay tanto para estar tristes... Tantos recuerdos, alegrías y desvelos.

Hoy un argentino amigo mío que vive en Colombia me mandó un e-mail que decía: “Tato estoy desesperado. Te escribo para compartir mi desesperación con vos, aquí no hay hinchas rojos, nos tienen rencor por la copas ganadas. Estoy sólo compartiendo con mi hijo cada domingo de desesperación y agonía”. Yo le contesté ayer: “Ya está: suframos juntos, te acompaño en tu dolor y te invito a compartir nuestra angustia cuando pases por aquí y me invites a un asado, Gabriel querido”.

Me gusta el alma del hincha de fútbol, su pasión, sus angustias, sus agonías, sus tristezas, sus ilusiones. Me cago en las barras a sueldo.

Bello, Lecea y Coleta. Franzolini, Leguizamón y Martínez. Marin, De la Mata, Erico, Sastre y Zorrilla.

Erico el más grande centroforward que he visto en una cancha. Marcó, en el año 1939, treinta y nueve goles y en el año 1940, cuarenta goles. Los cigarrillos Fontanares regalaban diez cajas de cigarrillos en el año 1941 al jugador que llegara a los cuarenta goles. Erico metió los cuarenta goles en el penúltimo partido, porque la clave era marcar exactamente esa cifra. En el último partido con Atlanta, cuando íbamos a salir campeones, le dijeron que podía no jugar porque si pasaba los 40 goles no había Fontanares. Y él respondió: “Cómo no voy a jugar y dar la Vuelta Olímpica, no me lo pierdo”. Ese día pateó desviados todos los tiros que De la Mata le ofreció para que marcara el gol o cabeceó afuera para llevarse las cajas de cigarrillos. Si hacía el gol 41 perdía la publicidad y el regalo. Independiente se coronó campeón y Erico se llevó la caja de Fontanares. Casi 120 goles en tres campeonatos, qué lujo de centroforward. ¡No vi mejor en mi vida!


Michelli, Cecconato. Lacasia, Grillo y Cruz delantera entera de Independiente en el seleccionado argentino del ’53.

Bernao, Mura, Suárez, Rodríguez y Savoy tres copas Libertadores ganadas.

Es amor del recuerdo de esos momentos. Lo estoy viendo a Bochini y sus maravillosos goles del payaso. Parecían oníricos.

Confieso que cada copa Libertadores que ganábamos, nos íbamos en coche con mi hermano Quique a la avenida Mitre con una bandera roja desfilando en una cadena interminable de coches donde todos gritábamos “¡Dale rojo! ¡Dale rojo!”.

¡La copa Intercontinental que le ganamos al Juventus de Italia!

El viejo era gallina y un día me llevó al Monumental a ver Independiente contra River. Faltando dos minutos un centro de Zorrilla sobre el área, lo agarró Erico y como no alcanzó a cabecear se subió en el aire, alcanzó la pelota de taquito y la metió adentro. Los goles de taquito son tomados como una “tocada de culo” al adversario. Recuerdo que Erico saludó de lejos a la tribuna de Independiente y yo le dije al viejo, que quedó pálido después de la acrobacia de Arsenio Erico: “Papá, Erico me está saludando después del gol a mí”, yo tendría 6 o 7 años. Papá me respondió mal: “No seas pelotudo, si estaba a ochenta metros de nosotros”. “Te juro papá que me saludó después del gol, a mí me saludó.” Durante el viaje de vuelta puso la radio, música clásica y acompañaba la música como si estuviera en el Colón (típica reacción gallina). Muchos años más tarde, muchísimos, le escribí a Osvaldo Soriano a Página/12 (fanático de San Lorenzo) y le conté la anécdota. El me respondió una carta que más o menos decía así: “Tato, dalo por seguro, Erico te saludó a vos. Los gallinas jamás entenderían la poesía del saludo. Jamás”. Hoy lo creo también.


A mi hermano, cuando murió, su hijo Iván le puso la bandera de Independiente adentro del cajón para que la llevara con él.

Los últimos años estuve enojado con Independiente, no pateaban al arco ni por casualidad. Un tiro fuera del área era imposible de ver. Perdieron la ofensiva, la potencia del gran Independiente copero, de los ganadores de tantos campeonatos. El otro día vi con mi mujer (gallina pura) el partido con River, personalmente no me extrañó que ganara River porque siempre nos ganan en el Monumental. Yo sufría, pero odiaba al mismo tiempo los comentarios gallináceos de Susana. “Hoy parece un equipo, siempre que jugamos contra ustedes nos iluminan” y de repente me puse a llorar desconsoladamente. Había surgido la pasión, la poesía. Tantos gritos por tantos goles que me regalaron tantos equipos. Recordé los partidos de Milán y Madrid en el ’64, cuando vi salir a los jugadores de Independiente llorando del estadio Bernabeu. Y lloré desconsoladamente:

¡Cuánto te quiero, Rojo! Moriré loco por vos. ¡Me diste muchas, demasiadas alegrías! ¡Gracias por hacerme feliz de a ratos!

En estos momentos lo recuerdo a Don Vicente De la Mata en su famoso gol a River que corrió tantos metros como Maradona contra los ingleses. A todos los rojos. Al equipo actual, a los grandes equipos de antes, a los que hoy te están llorando en los recuerdos de gloria, gracias por todo. En serio te digo: gracias por todo. ¡Vamos rojo de mi vida! Más rojo que nunca. A todos los hinchas rojos del país un abrazo eterno»



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